Un país inmenso y desbordante, donde cada ciudad es un universo en sí misma. En India, lo monumental convive con lo íntimo: entre palacios y templos, siempre aparecen gestos cotidianos que hacen que el viaje sea tan humano como grandioso.
La capital es una explosión de contrastes: el bullicio de Chandni Chowk con sus mercados y rickshaws frente a los grandes bulevares de la ciudad nueva. Una inmersión inmediata en la esencia de la India.
Palacios de arenisca, fortalezas en lo alto de las colinas y un observatorio astronómico que parece fuera del tiempo. Jaipur es color, energía y tradición, con hoteles que fueron palacios reales.
Uno de los mejores lugares del mundo para observar al tigre de Bengala en libertad. Safaris en 4x4 al amanecer y al atardecer, entre ruinas invadidas por la jungla y lagos habitados por cocodrilos y aves.
El mausoleo más famoso del mundo se revela con la primera luz del día, cuando el mármol blanco se tiñe de tonos rosados. A su lado, el imponente Fuerte Rojo y la calidez de compartir una cena en casa local.
1. Pasear en rickshaw por las calles laberínticas del viejoDelhi.
2. Dormir en palacios convertidos en hoteles legendarios.
3. Subir en jeep al Fuerte Amber y mirar Jaipur desde loalto.
4. Buscar tigres de Bengala en Ranthambore, en safaris alamanecer y atardecer.
5. Contemplar el Taj Mahal al amanecer, cuando el mármolcambia de color con la luz.
6. Compartir una cena y demostración de cocina en casa deuna familia local en Agra.